RUTA EN AUTOCARAVANA POR LOS CASTILLOS DEL LOIRA.
Desde hacía mucho tiempo que teníamos en mente esta salida, así que nos pusimos en marcha en dirección a nuestra ruta en autocaravana por los castillos del Loira.
El Valle del Loira es un valle fluvial situado en el centro de Francia, a lo largo del río Loira. El valle es conocido por su belleza natural, su rica historia y su patrimonio cultural.
El Valle del Loira es un lugar de gran importancia histórica. Durante la Edad Media, el valle fue un importante centro político y cultural. Los reyes de Francia construyeron sus residencias en el valle, lo que convirtió al valle en un símbolo del poder y la riqueza de la monarquía francesa.
En el siglo XVI, el Valle del Loira se convirtió en un centro del Renacimiento francés. Los nobles construyeron castillos y jardines en el valle, inspirados en los estilos italiano y flamenco. Estos castillos y jardines son hoy en día algunos de los monumentos más visitados del valle.
El Valle del Loira es un destino turístico popular. El valle ofrece una variedad de actividades para los visitantes, cómo visitar castillos, jardines, pueblos históricos y ciudades.
Los principales atractivos del Valle del Loira son:
- Los castillos: El Valle del Loira es conocido por sus castillos, que son algunos de los monumentos más impresionantes de Francia. Los castillos más famosos del valle son el castillo de Chambord, el castillo de Chenonceau, el castillo de Amboise y el castillo de Blois.
- Los jardines: El Valle del Loira también es conocido por sus jardines, que son obras maestras de la jardinería francesa. Los jardines más famosos del valle son los jardines de Villandry, los jardines de Chaumont-sur-Loire y los jardines de Amboise.
- Los pueblos históricos: El Valle del Loira está salpicado de pueblos históricos, que conservan su encanto medieval. Algunos de los pueblos históricos más pintorescos del valle son Chinon, Saumur, Tours y Orleans.
- Las ciudades: El Valle del Loira también alberga algunas ciudades importantes, como Tours, Orleans y Angers. Estas ciudades ofrecen una variedad de museos, galerías de arte y otros lugares de interés. aquí os dejamos un
- enlace interesante de la zona.
Francoulès
Nosotros hicimos una primera parada técnica para pasar una noche cerca de la autopista, en este pequeño y tranquilo pueblo, nos gustó mucho ya que acertamos el sitio.
Padirac
Padirac, el abismo más grande de Francia
¿Te gustan las aventuras subterráneas? ¿Te atrae el misterio de las cavernas? Si es así, no te puedes perder Padirac, el abismo más grande de Francia.
Este impresionante lugar se encuentra en el Valle de Lot, en la región de Occitania. La sima tiene 75 metros de profundidad y 35 metros de ancho, y en su interior alberga una variedad de formaciones geológicas, como estalactitas, estalagmitas, columnas y gours.
La visita guiada a la sima es una experiencia inolvidable. Descenderás al abismo en ascensor o escaleras, y podrás explorar el Gran Domo, una enorme cámara subterránea con un diámetro de 100 metros. También podrás visitar los lagos subterráneos, y contemplar las estalactitas y estalagmitas, que parecen esculturas naturales.
Padirac es un lugar mágico que no te dejará indiferente. Si alguna vez estás en el Valle de Lot, no olvides añadirlo a tu itinerario.
Algunos datos curiosos sobre Padirac:
- La sima se formó hace millones de años, cuando el agua de lluvia se filtró a través de la roca caliza.
- La primera persona que descendió a la sima fue un pastor local llamado Pierre Marty, en 1889.
- La sima es un lugar popular para bodas y otros eventos especiales. ¿Te atreves a explorar el abismo más grande de Francia?
Habitantes: Los habitantes de Padirac son unos 1.000, en su mayoría agricultores y ganaderos. También hay una pequeña industria turística.
Más información de las Gouffre de Padirac aquí,
enlace aparcamiento
Castillo de Sully-sur-Loire
El Castillo de Sully-sur-Loire, impresionante fortaleza medieval declarada Monumento Histórico, refleja su singular diseño en las aguas quietas de sus fosos. Tras su coraza militar, el castillo despliega toda la gracia de sus interiores renacentistas, obra de su famoso propietario, el duque de Sully. Ahora si que ya estamos de lleno en ruta en autocaravana por los castillos del Loira.
Pocos castillos han sufrido tantas modificaciones como el de Sully-sur-Loire. El primer rastro del castillo se remonta a 1102, cuando era tan solo un puesto de defensa en el margen izquierdo del Loira.
En 1218 Felipe Augusto aprovechó un conflicto entre el señor de las tierras y el obispo para hacerse brevemente con el lugar y edificar una imponente torre cilíndrica, por desgracia hoy desaparecida.
Tras una devastadora crecida en 1363, el castillo cambió de familia al casarse la última heredera con Guy de La Trémoïlle.
Este último emprendió un gran proyecto de renovación y pidió al arquitecto del rey y del Louvre, Raymond du Temple, que diseñara unos nuevos planos.
También le encomendó el proyecto del torreón, que tenía una doble función: defender el puente sobre el Loira, pero también dar la bienvenida a la alta cuna en las suntuosas fiestas celebradas por el señor.
En esta época, Juana de Arco estuvo en Sully en dos ocasiones para visitar al rey Carlos VII, que hacía escala en el castillo.
Las guerras de religión afectaron negativamente al castillo, que cayó en el abandono.
Por suerte, Maximilien de Béthune, entonces ministro de Enrique IV, lo compró y lo salvó en 1602. A partir de ese momento y durante cuatro siglos, el castillo estuvo en manos de la misma familia.
El Gran Sully, como se le llamaba, reformó tanto los interiores renacentistas como los exteriores con la creación de un parque.
También construyó la torre de artillería, que comunicaba con el castillo a través de dos galerías cubiertas, mientras que la tercera galería conectaba el torreón con el palacete: por primera vez se cerró el recinto por completo.
A partir del siglo XVIII, el Castillo de Sully-sur-Loire atravesó incontables destrucciones y reconstrucciones que modificaron su aspecto: perdió unos cuantos edificios, pero ganó otros tantos, algunos tan suntuosos como el cuerpo principal.
El siglo XX fue también un siglo de gran transformación arquitectónica.
Se remataron las torres orientales antes de que un terrible incendio destruyera el ala construida en el s. XVIII.
El Castillo sería declarado Monumento Histórico en 1928, pero eso no impediría la destrucción de algunas de sus obras durante la Segunda Guerra Mundial.
El Departamento del Loiret lo adquiriría en 1962 y pondría en marcha numerosos proyectos de restauración.
A pesar de su rocambolesca historia, el castillo ha conservado algunos de sus tesoros: el camino de ronda, un tapiz dedicado a Psique, un armazón de cañón del s. XVI, sus aposentos amueblados o la tumba del célebre Sully.
La escenografía está diseñada con acierto ofreciendo un recorrido por diferentes escenarios donde se exponen cuadros, tapices y muebles de época.
Una visita apasionante que vibra al ritmo de las exposiciones y actividades organizadas durante todo el año.
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CASTILLO CHAMBORD
Chambord es la estrella de los castillos del Loira. Con Chambord, Francisco I quiso dar vida a una nueva obra a la altura de su poderío: ahora mismo estaría encantado con el increíble porvenir de su palacio de caza.
A los pies del Castillo de Chambord, la estupefacción se apodera de los visitantes: ¿de dónde ha salido este mastodonte arquitectónico, este milagro…?
Esta obra maestra se construyó a instancias del joven Francisco I que tenía un espíritu caballeresco, pero un corazón prendado del arte y la arquitectura.
Por eso, su palacio de caza encarna la transición entre la Edad Media y el Renacimiento.
Chambord se construyó como una fortaleza medieval con un torreón cuadrado flanqueado por cuatro torres, pero sus elementos decorativos están muy influenciados por el Renacimiento italiano, empezando por su famosa escalera de doble hélice.
Molduras clásicas, pilastras con capiteles, lacerías y rosetones… la terminología ornamental nos remite al modelo italiano.
La salamandra, emblema de Francisco I, aparece más de 300 veces en las bóvedas esculpidas y las paredes, tan pronto esculpiendo gotas de agua, tan pronto devorando llamas.
Esta simboliza la omnipresencia del rey, pese a que este pasó poco tiempo en el palacio destinado principalmente a impresionar a la corte.
Los 40 aposentos carecen en su mayoría de mobiliario, por lo que cabe imaginarse el ajetreo de los criados que venían a amueblar el castillo antes de que llegaran las «celebridades» de la época.
Ahora el castillo presta tabletas digitales para descubrir el Chambord de hace cinco siglos a través de la realidad aumentada. Aumentados o no, el castillo y sus dominios fascinan de todos modos por la magnitud de su prestancia.
El parque tiene una superficie de 5 440 ha, lo que le convierte en el parque forestal cerrado más grande de Europa, declarado Reserva Nacional de Fauna Salvaje y Caza desde 1947.
En su interior habitan más de 800 ciervos y 1500 jabalíes, entre una población vegetal de encinares, pinares, landas, pantanales y claros.
El bramido del ciervo, durante la época del apareamiento, es una de las mayores atracciones: todos los años se acercan hasta aquí curiosos y amantes de la naturaleza para poder observar los rituales de apareamiento del ciervo.
Una muestra de cómo Chambord no se ha acomodado en sus longevas piedras, sino que ha seguido el ritmo de la vida actual, ofreciendo una gran diversidad de animaciones y actividades.
En nuestra en ruta en autocaravana por los castillos del Loira este castillo no podia faltar, es impresionante.
Castillo de BLOIS
La visita del Castillo Real de Blois ofrece un auténtico panorama de la Historia de Francia.
Con su variedad de estilos y sus colecciones de arte y muebles preciosos, el edificio es un hito en la historia del poder real, pero también de las artes y la arquitectura.
Este monumento singular, que se deja descubrir a través de una escenografía especialmente rica, abre la Ruta de los Castillos del Loira.
Residencia de 7 reyes y 10 reinas de Francia, el Castillo Real de Blois fue sede del poder monárquico.
Todos sus edificios son lugares de memoria que permiten admirar los diferentes estilos arquitectónicos vigentes en cada época.
Desde los aposentos reales hasta el Museo de Bellas Artes, el Castillo de Blois nos sumerge en siglos de arte e historia.
El Castillo de Blois, antigua fortaleza medieval de los Condes de Blois, se convirtió en un escenario importante de la historia de Francia a partir del s. XV.
Carlos de Orleans lo eligió como morada tras haber pasado 25 años cautivo en Inglaterra. Este esteta, no en vano conocido como «el príncipe poeta», emprendió entonces un gran proyecto de remodelación.
Al término de las obras solo quedarán de la época medieval la Sala de los Estados Generales y la Tour du Foix.
Su hijo Luis XII, que nació en el castillo, accederá al trono en 1498 y convertirá Blois en la capital real.
Fue él quien mandó realizar las obras en el ala Luis XII, marcando la transición entre el estilo gótico tardío y un nuevo estilo de influencias italianas.
Los aposentos en los que vivió con Ana de Bretaña son ahora las salas del Museo de Bellas Artes de la ciudad.
La llegada de Francisco I al trono volverá a transfigurar el castillo, pues encargaría la construcción del cuerpo principal a un arquitecto italiano que utilizaría el estilo del Primer Renacimiento francés.
La fachada exterior está fuertemente inspirada del Vaticano y la fachada interior toma prestado todo el vocabulario arquitectónico italiano, pero sin duda su mayor proeza es la escalera de caracol.
Durante más de un siglo, el castillo vivió al ritmo de las intrigas reales, siendo la más memorable el asesinato del Duque de Guise, ordenado por el rey Enrique III.
El castillo también asistió a un episodio rocambolesco con la huida de María de Medici, exiliada en el castillo por orden de su propio hijo, el rey Luis XIII.
Poco después, este mismo rey ofrecería el condado de Blois a su hermano, Gaston de Orleans, que se mudaría aquí y emprendería también diferentes obras dirigidas por François Mansart. Empezaría la construcción de una nueva ala al estilo clásico del s. XVII, pero quedaría inacabada por falta de financiación.
El castillo caerá en el olvido a la muerte de Gaston hasta que en el s. XIX fuera declarado Monumento Histórico gracias a Prosper Mérimée, que delegó su restauración al arquitecto Félix Duban. La visita de los aposentos reales desvela diferentes aspectos de la vida renacentista.
La escenografía, en medio de una decoración interior minuciosamente restaurada, pone en valor una increíble colección de arte, muebles y objetos de época.
De hecho, el Castillo Real de Blois no cesa de introducir novedades en la visita.
Por ejemplo, la Sala de los Estados Generales es ahora un espacio de interpretación con 6 pantallas gigantes que, a través de maquetas interactivas 3D, presentan la evolución arquitectónica del castillo.
Una de las atracciones más mágicas de Blois es su espectáculo de luces y sonidos que, con la llegada de la primavera, transforma su fachada en una pantalla gigante por la que desfilan los episodios más significativos del castillo.
Otro castillo que en ruta en autocaravana por los castillos del Loira no puedes dejar de ver.
Castillo de Cheverny
De estilo clásico, el Castillo de Cheverny ha conservado sus suntuosos interiores.
Este señorío lleva en manos de la misma familia desde hace más de seis siglos y sus herederos, el marqués y la marquesa de Vibraye cuidan su patrimonio con gran atención.
Edificado por el arquitecto Jacques Bougier entre 1620 y 1640, el Castillo de Cheverny es precursor del estilo francés que se impondrá durante el reinado de Luis XIV.
La sobriedad y la simetría fueron las directrices del maestro de obras que erigió este edificio perfectamente recto, compuesto de un edificio central enmarcado por otros dos cuerpos y dos pabellones en ángulo.
La tonalidad clara del castillo se debe a la utilización de piedra de Bourré que emblanquece y se endurece con el tiempo.
Cabe señalar que el castillo no ha sufrido ninguna modificación: es idéntico a como era en el s. XVII.
En él han dejado su impronta artesanos y artistas de renombre, como el pintor Jean Mosnier y el ebanista Hevras Hammerber. Juntos dieron forma a espléndidos interiores con techos artesonados y pintados con escenas legendarias.
Los aposentos están ricamente decorados y amueblados con piezas excepcionales.
Doraduras, pinturas maestras, tapicerías de Flandes y de Gobelins, cómodas Luis XIV y Luis XV y objetos de época: cada pieza está dispuesta con acierto para sumergir al visitante en la atmósfera típicamente francesa de antaño.
La Cámara del Rey resplandece y la Sala de Armas cautiva con su colección de armaduras auténticas, incluyendo una armadura infantil que perteneció al conde de Chambord ¡cuando tenía tan solo 4 años!
El parque y los jardines conforman un lienzo vegetal de increíble belleza donde también encontraremos una de las grandes curiosidades de Cheverny: la perrera.
Cheverny cultiva la tradición de la montería y cría a un centenar de perros de caza, cruce de las razas poitevino francés y foxhound inglés.
La hora de la comida es un buen momento en el que ir a visitarlos. Luego podrás pasear por el parque arbolado y el jardín romántico de los aprendices antes de hacer una pausa gourmet en el invernadero de naranjas y descubrir el último secreto del lugar: el de Moulinsart.
El castillo inspiró a Hergé para las aventuras de Tintín, de ahí su exposición permanente sobre la obra más conocida de la historia del cómic.
Diseñada como un espectáculo interactivo, la exposición sumerge a los visitantes en las inesperadas aventuras que tuvieron lugar en el mítico castillo de Moulinsart.
En nuestra en ruta en autocaravana por los castillos del Loira este castillo no podia faltar, es impresionante.
El Castillo de Chaumont-sur-Loire
Flotando sobre el Loira y arropado por un frondoso manto verde, el Castillo de Chaumont-sur-Loire es el favorito de los grandes personajes de este mundo desde el s. XV.
El castillo es famoso por su Festival Internacional de Jardines y su Centro de Artes y Naturaleza, pero tiene mucho más que ofrecer en el interior de sus aposentos y sus prestigiosas caballerizas.
Chaumont, con su estratégica altura sobre el río, fue defendido desde el s. X por los condes de Blois y la familia de Amboise en la que permaneció durante 500 años.
La construcción original fue quemada en 1465 por el rey Luis XI en venganza contra Pedro I de Amboise, sospechoso de complot. Unos años más tarde, su hijo Carlos I de Amboise emprendió una reconstrucción que duraría tres generaciones.
Ya entonces soplaban las primeras corrientes artísticas desde Italia.
Catalina de Medici adquirió el terreno en 1550 y lo administrará durante 10 años, pero pasaría muy poco tiempo en él, ya que cerca quedaba el Castillo de Chenonceau, donde se encontraba la favorita de su esposo, Diana de Poitiers.
El destino puso las cosas en su sitio a la muerte del rey: Catalina obligó a su rival a cederle Chenonceau a cambio de Chaumont-sur-Loire. Diana siguió con las obras iniciadas en el castillo, pero a distancia, tan aterrorizada como estaba, dicen, por todas las marcas esotéricas dejadas por Catalina…
En 1750 Chaumont vivió una nueva era gracias a su propietario Jacques Donatien Leray, un simpatizante de la independencia estadounidense.
De hecho, muy pocos saben –pese a la importancia de los hechos– que aquí recibió a Benjamin Franklin y que fue él quien organizó la entrevista con el rey Luis XVI tras la que Francia apoyaría la independencia de los Estados Unidos.
Unas décadas más tarde, Napoleón ordenará el exilio de Germaine de Staël que conseguirá refugiarse en Chaumont.
Su paso por el castillo no pasó desapercibido debido a los huéspedes que recibía: artistas y grandes opositores de Napoleón.
En 1875, el castillo pasó a ser propiedad de la riquísima y excéntrica Marie Say, futura señora de Broglie. Junto a su esposo, Marie transformó el castillo en un palacio de postín, por el que pasaría toda persona influyente que se preciara: el príncipe de Gales, la reina Isabel II de España, el Sah de Persia…
Todos ellos fueron acogidos en el recién estrenado refinamiento de Chaumont-sur-Loire, que contaba entre otras cosas con las caballerizas más suntuosas de la época.
El parque fue obra de Henri Duchêne, que moldeó sus 21 hectáreas «a la inglesa», y sigue siendo todavía hoy famoso. Aunque Chaumont es conocido por sus extravagancias vegetales, la visita de sus aposentos históricos y privados esconde preciosos tesoros.
Este patrimonio excepcional, propiedad de la Región Centre-Val de Loire, mantiene un diálogo abierto con el arte contemporáneo y con todas las formas de creación paisajística.
Este laboratorio de creación efervescente es también la sede del Centro de Artes y Naturaleza que ofrece un nutrido programa de exposiciones de arte contemporáneo, tanto en el exterior como en el interior del castillo, en el parque o sus caballerizas. Reflexivas, divertidas, emotivas… todas estas obras reflejan la elocuencia artística del lugar.
Al caer la noche el arte se convierte en magia, cuando los juegos de luces iluminan las curvas delicadas del castillo y desvelan sus secretos…
Otro castillo que en ruta en autocaravana por los castillos del Loira este castillo no podia faltar, es impresionante.
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CASTILLO AMBOISE
Desde su promontorio, el Castillo Real de Amboise nos ofrece una vista panorámica que abraza el Loira y sus aguas desde tiempos inmemoriales. Residencia real desde comienzos del Renacimiento, este castillo fue el primero en introducir las influencias italianas en el Valle del Loira de la mano de Carlos VIII.
Su construcción continuó bajo la supervisión de Francisco I, en compañía del genio toscano Leonardo da Vinci, enterrado en la capilla del castillo.
El Castillo de Amboise, lugar destacado de la historia de Francia, figura entre las joyas arquitectónicas del Valle del Loira.
El Castillo Real de Amboise ocupa un lugar especial dentro de la historia de Francia.
Fue la residencia favorita de los reyes de Francia y la guardería de los infantes.
Por sus estancias del Primer Renacimiento, este castillo vio pasar a un sinfín de ilustres invitados que dejarían en él su huella para siempre.
Es también el lugar en el que descansa el gran Leonardo da Vinci.
El mirador del que presume el Castillo Real de Amboise fue un puesto de observación estratégico desde el Neolítico, pero no entraría por la puerta grande de la historia hasta el s. VI, cuando el rey franco Clodoveo se reunió con Alarico, el rey de los visigodos.
Tras unos siglos tumultuosos, Felipe Augusto retoma la Touraine en 1214 y somete Amboise a vasallaje. En 1431, Louis de Amboise, el propietario del castillo, participa en un complot contra Louis de Trémoille, favorito del rey Carlos VII.
Fracasa y es condenado a muerte.
Se le termina conmutando la pena, pero se le expropia el castillo, que termina pasando a la lista de residencias reales.
El rey Luis XI acondiciona Amboise para que albergue a la reina y al delfín, el futuro Carlos VIII, que nacerá por cierto en el recinto del castillo.
Cuando este último accede al trono, elige la residencia de su infancia para establecer el feudo de los Valois. Se dispone entonces a realizar grandes obras para transformar la edificación medieval en un suntuoso palacio gótico.
Las obras se desarrollan en dos fases. La segunda comienza a su regreso de Italia, de donde vuelve encantado con las obras del Renacimiento.
A partir de entonces, invita a diversos artistas italianos para que impregnen el castillo del estilo renacentista.
El rey fallece de forma prematura y curiosa, tras darse un golpe en la cabeza contra el dintel de una puerta del castillo. Su sucesor, Luis XII, continúa con las obras y el diseño de los jardines.
El rey Francisco I crece en Amboise y bajo su reinado el castillo llegará al apogeo de su gloria.
Trae desde Italia al gran Leonardo da Vinci, que se instala en Clos Lucé, a dos pasos del castillo y con conexión directa mediante un pasadizo subterráneo.
La sepultura del gran maestro italiano se encuentra en la capilla de Saint-Hubert, contigua al castillo.
El rey Enrique II y su esposa Catalina de Medici crían en el castillo a sus hijos. Pronto estallan las guerras de religión de Francia, bajo el reinado de su hijo Francisco II.
La corte abandona posteriormente el castillo, que ya no será más que una simple etapa de paso para los reyes de la dinastía borbónica.
Un siglo más tarde, el castillo sufre un desmantelamiento parcial y sirve de lugar de detención, especialmente para Nicolas Fouquet, el superintendente del rey.
Tras la Revolución Francesa, Napoleón cede el castillo al excónsul Pierre-Roger Ducos, que destruye casi dos tercios del castillo.
Desde el s. XIX hasta la actualidad, el Castillo Real de Amboise es restaurado en sucesivas ocasiones, que le han devuelto poco a poco el esplendor de antaño.
En verano, un impresionante espectáculo de luces y sonidos, «La Profecía de Amboise», hace revivir los fastos y las intrigas de la corte de Carlos VIII.
Las proyecciones sobre las fachadas del castillo sirven como decorado a los 250 figurantes y especialistas ecuestres que participan en este espectáculo histórico sin precedentes.
Otro castillo que en ruta en autocaravana por los castillos del Loira no puedes dejar de ver.
CASTILLO CLOS LUCÉ
El Castillo de Clos Lucé se distingue de todos los demás porque en él se alojó el gran genio del Renacimiento: Leonardo da Vinci. Este coqueto castillo nos invita a descubrir los aposentos en los que el maestro vivía cotidianamente y donde exhaló su último suspiro.
También descubriremos sus inventos, cuyas reproducciones se exponen en los jardines. Por otro lado, los talleres, recién renovados, recrean el ambiente de trabajo del que Leonardo se impregnaba para fructificar sus ingeniosas reflexiones.
Clos Lucé, residencia de recreo de los reyes de Francia y última morada de Leonardo da Vinci, ofrece una visita apasionante, perfectamente orquestada.
¡Imposible resistirse al encanto de este edificio de ladrillo rojo y toba calcárea! No sin razón fue declarado Monumento Histórico.
Las primeras piedras de la fortaleza medieval se colocaron durante el reinado de Luis XI, en el s. XV.
Cuando Carlos VIII lo compró en 1490, decidió transformarlo en castillo de recreo y edificar una capilla para su joven esposa, Ana de Bretaña.
Varios años más tarde, Luisa de Saboya se mudó aquí para criar a sus dos hijos, Margarita de Navarra y el futuro rey de Francia, Francisco I.
Este último conservaría un especial cariño por el lugar, donde acomodaría a su amigo Leonardo da Vinci, no muy lejos de su propia residencia en el Castillo Real de Amboise.
Ambos edificios estaban comunicados por una galería subterránea por donde el joven rey acudía a visitar al anciano con total discreción.
A finales del s. XVII el castillo se convirtió en el hogar de la familia de Amboise, lo que le salvó de la destrucción en la Revolución francesa.
En 1854 el Castillo de Clos Lucé pasaría a manos de la familia Saint Bris y recobraría toda su elegancia renacentista gracias a las importantes obras de renovación.
Los decorados nos adentran en la intimidad de Leonardo da Vinci, pero primero sale a nuestro encuentro la atalaya que, con su palomar, nos remite a la época medieval.
Seguidamente hay que atravesar la galería hasta llegar al cuerpo principal, donde se encuentra la gran sala renacentista en la que el maestro recibía a sus distinguidos invitados.
Casi de puntillas visitaremos su dormitorio, desde el que gustaba contemplar el Castillo Real de Amboise.
Tampoco resulta difícil imaginarlo comiendo en la cocina en compañía de su fiel sirviente, Mathurina, que le preparaba comidas vegetarianas y dietéticas respetando sus principios: «La sobriedad, una alimentación sana y un buen descanso mantienen en buena salud».
En los bajos del castillo, se presentan animaciones 3D y maquetas que desvelan la intuición de Leonardo, el ingeniero.
Además, sus talleres se han reconstituido íntegramente para recrear su universo de trabajo.
Por su parte, el parque de Leonardo da Vinci ofrece un paseo cultural en el que nos divertiremos accionando máquinas a tamaño real inspiradas en los bocetos dejados por el maestro.
Si agudizamos el oído, escucharemos incluso los pensamientos y reflexiones de la mente más importante del Renacimiento.
Clos Lucé rezuma la presencia y la creatividad de aquel que el rey llamaba con respeto «mi padre».
CASTILLO Chenonceau
Desde su delicada silueta inmaculada hasta su decoración interior: Chenonceau encarna toda la gracia femenina.
De hecho, se le conoce como el Castillo de las Damas por las diferentes mujeres a las que conquistó.
Esta obra maestra renacentista, con sus colecciones de arte de valor incalculable, sus estancias perfectamente conservadas y sus floridos jardines, nos reserva mágicos momentos…
El Castillo de Chenonceau, obra maestra del Renacimiento, fascina por la deslumbrante blancura de sus paredes y las sensuales curvas de sus torrecillas.
Se caracteriza por un estilo elegante y femenino que revela la influencia de las grandes damas de la historia en su arquitectura.
El torreón y el pozo son los únicos vestigios de sus orígenes medievales, que fueron destruidos durante el s. XVI por Thomas Bohier, entonces secretario general de finanzas del rey Francisco I.
Bohier colocó las primeras piedras del actual edificio sobre los pilares de un antiguo molino fortificado elevando el castillo sobre el río.
El cuerpo principal, cuadrado, tiene algo de particular para la época: las estancias están dispuestas a ambos lados de un vestíbulo central, comunicadas por una escalera recta directamente inspirada de los palacios venecianos.
La originalidad de esta disposición encuentra continuidad en la galería de dos plantas que Catalina de Medici mandó construir sobre el puente que franquea el Cher.
Los interiores del Castillo de Chenonceau se caracterizan por la fastuosidad de la época y, de una estancia a otra, nos asombran con la riqueza de su mobiliario y sus decoraciones.
Las salas están tan bien arregladas que, a veces, parece que el tiempo se hubiera detenido.
El dormitorio de Luisa de Lorena llama especialmente la atención: la decoración sepulcral se debe al duelo de la mujer de Enrique III, que vivió aquí sus últimos años, retirada en esta estancia de negras paredes y repleta de atributos mortuorios.
Al recorrer la majestuosa Galería de Medici no cuesta imaginarse el vuelo de los vestidos arremolinándose en el suelo de cuadros bicolores durante las grandes fiestas de la corte.
Las cocinas, instaladas en los pilares del puente, presentan un gran realismo… uno casi puede sentir el olor de las marmitas inundándolo todo: el comedor, la carnicería, la despensa y la cocina, donde encontraremos muchos objetos de época.
La puesta en escena de cada una de estas estancias es uno de los puntos fuertes de la visita.
Todo el castillo y sus dominios cultivar el arte del detalle y del refinamiento.
El parque y sus jardines están perfectamente diseñados: el laberinto circular, los rosales trepadores del Jardín de Diana de Poitiers o los parterres de flores del Jardín de Catalina de Medici son una muestra de la tradición jardinista francesa.
Los caminos de naranjos, los arbustos y la infinidad de flores invitan a deambular, especialmente de noche cuando se organizan paseos al ritmo de una música suave.
Junto a estos fantásticos jardines, se puede visitar una colección de carruajes de finales del s. XVIII y principios del s. XIX en la «Galerie des Attelages».
Por su parte, la «Galerie des Dômes» conserva los recuerdos del Hospital Militar instalado en Chenonceau durante la Primera Guerra Mundial.
Otro castillo que en ruta en autocaravana por los castillos del Loira este castillo no podia faltar.
Château de Villandry
Villandry le debe su fama a sus espléndidos jardines franceses que conforman un fantástico lienzo para el último castillo del Loira construido en el Renacimiento.
El nombre de la familia Carvallo está estrechamente ligado a la historia de este lugar, pues gracias a ellos podemos admirar ahora su belleza original.
Los jardines envuelven a los visitantes con una apacible sensación de regocijo, quedando subyugados por la elegancia de Villandry. Un lugar que merece respeto por toda la atención con la que se conservan el patrimonio y el entorno.
La belleza de los jardines de Villandry es de sobra conocida, pero por muy advertidos que estemos, es imposible no maravillarse ante su esplendor.
El Dominio de Villandry, obra reconstruida por la familia Carvallo, sigue siendo el legado más admirable de las artes renacentistas.
En 1532 el entonces ministro de finanzas de Francisco I, Jean Le Breton, pasa a ser el propietario de las tierras de Villandry.
Manda destruir la antigua fortaleza, excepto el torreón, para construir un castillo con jardines a la más pura elegancia renacentista.
Sus descendientes conservan Villandry hasta 1754 cuando pasará a manos del marqués de Castellane, que le aportó confort y el estilo neoclásico tan en boga en el s. XVIII.
Tras haber pasado por numerosos propietarios y haber sufrido incontables modificaciones, el castillo fue adquirido en 1906 por el doctor Joaquín Carvallo, español, y su mujer Anne Coleman, estadounidense.
El matrimonio se enamoraría de Villandry y dedicaría toda su energía y fortuna a restaurarlo. A ellos y a sus herederos les debemos la magnificencia actual del castillo y sus jardines.
El interior ejemplifica el estilo típicamente francés con curiosidades tan fascinantes como una fuente en medio del comedor y un magnífico techo de estilo hispanomorisco en el salón oriental.
Sin embargo, es el exterior de Villandry, con sus jardines franceses, lo que le ha dado su fama.
Cada uno de estos seis jardines es una especie de lienzo vegetal enmarcado por terrazas sucesivas. Los seis tiene un tema y un diseño diferentes.
Visto desde arriba, el Huerto Decorativo seguramente sea el más impresionante: sus 9 parcelas forman un tablero de ajedrez multicolor que parece haber sido bordado.
Por su parte, el Jardín Ornamental se divide en dos salones en torno a los temas de la música, con sus bojes en forma de harpa, y del amor a través de diferentes alegorías vegetales: corazón, mariposas, abanicos…
Y rodeando un estanque en forma de espejo Luis XV, el Jardín de Agua invita a meditar mientras que el Jardín del Sol se presta a la ensoñación.
Del laberinto nos llega el sonido de las risas infantiles, pero la calma del Huerto de Simples, donde se cultivan plantas aromáticas y medicinales, es imperturbable.
Cada parterre cuenta una historia que envuelve al visitante.
Esta estética remarcable no está reñida en absoluto con la ética puesto que en todo el terreno se practica el cultivo ecológico y sostenible.
La belleza y la dignidad de los jardines de Villandry nos remiten a la visión de Joaquín Carvallo quien decía que el espíritu humano «busca ennoblecer las cosas más simples de la vida».
Otro castillo que en ruta en autocaravana por los castillos del Loira no puede faltar.
Château de Langeais
El Castillo de Langeais presenta dos caras diferentes: una austera del lado de la ciudad y otra refinada del lado del patio.
Su parque alberga uno de los torreones de piedra más antiguos de Francia, muestra de la arquitectura militar de la Edad Media. Este sitio nos cuenta la era medieval y nos invita a un auténtico viaje en el tiempo a la época de los caballeros y las damiselas en los albores del Renacimiento.
Impresionante desde la ciudad por su gran tamaño, el castillo de Langeais nos desvela sus encantos más refinados del lado del patio y en su interior.
Ahí nos adentramos en un auténtico decorado medieval que cobra vida gracias a una escenografía cautivadora.
El temible y temido Foulques Nerra se apoderó de Langeais en el año 994.
Construyó una fortificación sobre este promontorio rocoso para vigilar la gran vía romana entre Tours y Saumur.
De esta construcción defensiva solo queda el torreón de piedra que, a día de hoy, es uno de los más antiguos de Francia.
Entre los siglos X y XIII se desencadenó la Guerra de los Condes y el castillo pasó de mano en mano hasta que acabó siendo propiedad real en 1206 gracias a las victorias del rey de Francia, Felipe Augusto, sobre los Plantagenet.
Durante la Guerra de los Cien Años, los ingleses tomaron y saquearon la fortificación que fue comprada por Carlos VII de Francia en 1422. El rey ordenó la destrucción del castillo salvo el torreón.
En 1465 Luis XI de Francia encomendó la construcción del castillo actual a Jean Bourré, por aquel entonces tesorero de Francia.
Esta edificación da fe de la transición arquitectónica que tuvo lugar durante el siglo XV entre el estilo medieval y el estilo renacentista.
Del lado de la ciudad, la fachada se impone con sus características defensivas, armada con altas torres, un camino de ronda de matacanes y un puente levadizo.
Del lado del patio, la fachada adopta un aire de residencia de recreo, muy influenciada por el estilo pre-renacentista.
Múltiples ventanas de bastidores dejan entrar la luz en el castillo y sus aberturas cuentan con una abundante ornamentación tallada.
Es en este lugar donde tuvo lugar un importante capítulo de la historia de Francia: el enlace entre Carlos VIII de Francia y Ana de Bretaña.
Está unión marcará para siempre la anexión de Bretaña al reino de Francia.
Langeais disfrutó entonces de dos siglos de tranquilidad hasta 1766 cuando el duque de Luynes se convirtió en propietario del castillo.
Escapó al tormento de la Revolución Francesa y un siglo más tarde lo adquirió su gran benefactor: Jacques Siegfried.
Apasionado por el arte medieval, este último pasó 20 años de su vida restaurando y amueblando el castillo de Langeais con la intención de reconstituir el entorno social de la nobleza de finales de la Edad Media.
En 1904, cedió el castillo y sus colecciones al Institut de France a quien pertenece todavía hoy.
La disposición y la escenografía del Castillo de Langeais se presentan como una puesta en escena de la vida medieval y sus comodidades son expuestas en cada una de las habitaciones de la vivienda.
Los numerosos tapices de los siglos XV y XVI, los muebles góticos y los objetos de arte de época sumergen al visitante en el día a día de un señor en los albores del Renacimiento.
Château d’Azay-le-Rideau
Del Castillo de Azay-le-Rideau Balzac dijo que era «un diamante facetado engastado en el Indre».
Y con razón, porque este castillo es cuando menos deslumbrante. Su espejo de agua le devuelve el reflejo de sus formas delicadas y la elegancia de su arquitectura renacentista.
Esta joya envuelta en la atmósfera romántica de sus jardines ingleses está acunada por las aguas del Indre y el murmuro del viento entre las hojas de sus árboles.
El Castillo de Azay-le-Rideau, renovado y conservado con gran mimo, nos reserva dulces momentos de poesía.
Un castillo que contempla su reflejo en el agua… esta es la típica estampa de Azay-le-Rideau.
Su elegancia se la debemos a las volutas renacentistas y a los favores de la familia Biencourt.
Tras los trabajos recientes de renovación, el Castillo de Azay-le-Rideau se nos presenta en todo su esplendor.
El Castillo de Azay-le-Rideau es uno de los favoritos de los visitantes, que quedan subyugados por la finura de su diseño y de su espejo de agua.
La tranquilidad y la calma que hoy se respiran en el lugar no siempre fueron tales, ya que el castillo fue objeto de alguna que otra bajeza, cuando por ejemplo en la Edad Media, el rey Carlos VII mandó quemar el castillo junto al pueblo entero para vengarse de los borgoñones.
Martin Berthelot, destacado burgués, adquirió el señorío de Azay a finales del s. XV y se lo cederá después a su hijo, que emprendió las obras que dieron lugar al edificio actual.
Acaparado por su cargo de tesorero real, Gilles Berthelot dejó el proyecto en manos de su mujer, Philippe Lesbahy, quien presidiría por tanto la edificación de esta obra maestra del Primer Renacimiento francés.
Este nuevo estilo combinaba la tradición arquitectónica francesa de los matacanes y torrecillas con la influencia del arte italiano, perfectamente representado en la decoración esculpida de la fachada norte.
La escalera recta es la pieza más innovadora en una época en la que todavía primaban las escaleras de caracol.
El propietario, acusado de malversaciones, y su mujer tuvieron que escapar del castillo, que Francisco I regalará a Antoine Raffin, su capitán de guardia.
Quedará en manos de sus descendientes hasta después de la Revolución cuando, a pesar de su estado lamentable, fue adquirido por Charles de Biencourt.
Durante más de un siglo, la familia de Biencourt realizó incontables obras interiores y exteriores para devolver a Azay el esplendor de antes; los jardines ingleses serán los únicos representantes de la moda del s. XIX.
En esta época, el castillo exhibía resplandeciente su lustro renacentista y sus nuevas galas que formaban un todo armónico, alabado en incontables ocasiones por los poetas.
Tras caer en la ruina, el último marqués de Biencourt vendería el terreno a finales del s. XIX, siendo adquirido en 1905 por el Estado hasta hoy, que es gestionado por el Centro de Monumentos Nacionales.
Este organismo, consciente del valor de este patrimonio excepcional, inició en el 2013 una campaña de restauración y valorización del castillo, empezando por la renovación de sus jardines hasta las fachadas y pasando por sus fastuosos interiores. Envuelto en su elegante manto de toba calcárea, Azay-le-Rideau es un castillo que atrapa tanto la vista como el corazón.
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Castillo d’Ussé
Castillo construido entre los siglos XV y XVIII, amueblado y habitado por su propietario, el duque de Blacas. Aquí podrá admirar los jardines de estilo francés, la capilla renacentista y, sobre todo, el castillo de la «Bella Durmiente del Bosque».
Otro castillo que en ruta en autocaravana por los castillos del Loira no puede faltar.
Château de Brézé
A lo largo del valle del Loira en Francia, se pueden encontrar muchos de los castillos más famosos del país, e incluso del mundo.
El majestuoso castillo de Cheverny, con su opulento interior, el castillo de Villandry y sus jardines de fama mundial, Chenonceau con sus famosas damas… Y el más grande, el castillo de Chambord.
Por su parte, el Castillo de Brézé, en comparación, parece bastante pequeño y tal vez un poco simple.
Sin embargo, como un iceberg, lo que está debajo de la superficie te sorprenderá.
Château de Montreuil-Bellay
El Château de Montreuil-Bellay es un castillo medieval situado en la ciudad de Montreuil-Bellay, en el departamento de Maine-et-Loire, Francia.
El castillo fue construido en el siglo XI y ha sido modificado extensamente a lo largo de los siglos.
Actualmente es un destino turístico popular y está catalogado como monumento histórico por el Ministerio de Cultura francés.
El castillo está situado en lo alto de una colina, con vistas al río Thouet. Es un edificio grande e imponente, con un foso, torres y murallas.
El interior del castillo está bellamente decorado con muebles de época, tapices y obras de arte.
El castillo también alberga una serie de objetos históricos, incluyendo una colección de armas y armaduras.
El castillo consta de varias partes diferentes, cada una con su propia historia y características.
La parte más antigua del castillo es la torre del homenaje, que fue construida en el siglo XI.
Esta torre es una estructura sólida y rectangular, con paredes de hasta 5 metros de espesor.
La parte más grande del castillo es el recinto, que fue construido en el siglo XIV.
El recinto está rodeado por murallas y torres, y alberga la mayoría de las habitaciones del castillo, como la Gran Sala, la capilla y la prisión.
La Gran Sala es una sala impresionante con una bóveda de cañón. Esta sala se utilizaba para celebrar banquetes y otras ceremonias importantes.
La capilla es una sala más pequeña con una bóveda de crucería. Esta capilla se utilizaba para la oración y el culto.
La prisión es una sala oscura y húmeda que se utilizaba para encerrar a los prisioneros.
El castillo de Montreuil-Bellay es un lugar histórico y cultural importante. Es un testimonio de la historia de Francia y un lugar fascinante para visitar.
Aquí hay algunos detalles adicionales sobre el castillo:
- El castillo tiene 15 torres de defensa y 600 metros de murallas.
- El castillo fue construido por la familia Montreuil, que lo mantuvo en su poder durante siglos.
- El castillo fue testigo de importantes acontecimientos históricos, como la Guerra de los Cien Años y la Revolución Francesa.
- El castillo es el escenario de la novela «El castillo de Montreuil-Bellay», de Guy de Maupassant.
Château de Brissac
Fue construido en el siglo XV por un ministro del Rey Luis I, Pierre de Brézé, al estilo medieval, con torres.
Su apariencia era sencilla pero robusta, con algunas decoraciones en los matacanes.
En 1502 fue vendida a la familia Brissac, propietaria desde entonces, perteneciendo ahora al decimocuarto Duque de Brissac.
A lo largo del siglo XVI, como consecuencia de las guerras entre católicos y protestantes, el castillo sufrió daños importantes, quedando semiderruido y viéndose obligado su dueño a comenzar a restaurarlo con la entrada del siglo XVII.
Digamos que las obras no fueron por el cauce esperado y quedaron inacabadas a la muerte de su precursor.
Su hijo no quiso continuarlas y la fachada se quedó en la mitad de lo diseñado, haciéndole perder la simetría que se había planificado y que se hace patente a simple vista.
Lo más curioso es que las torres primigenias que iban a ser derruidas no llegaron a eliminarse con la paralización del proyecto, por lo que ahora vemos una fachada renacentista atrapada en el antiguo armazón medieval. «Un nuevo castillo parcialmente construido dentro de un viejo castillo parcialmente destruido».
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Château d’Angers.
Angers es una ciudad francesa situada en el departamento de Maine-et-Loire, en la región de Pays de la Loire.
Es la capital del departamento y la segunda ciudad más grande de la región, después de Nantes.
La ciudad está situada a orillas del río Maine, en el valle del Loira. Angers tiene un rico patrimonio histórico y cultural, que incluye un castillo, una catedral, un museo de bellas artes y un centro histórico medieval.
El castillo de Angers es una de las principales atracciones turísticas de la ciudad. Fue construido en el siglo XIII por los duques de Anjou, y es una de las fortalezas medievales mejor conservadas de Francia.
El castillo tiene un perímetro de 800 metros y está rodeado por un foso. La entrada principal se encuentra en la Puerta Real, que está flanqueada por dos torres. El castillo cuenta con un patio interior, una capilla, un salón de recepciones y varias torres.
En el interior del castillo se encuentra el Tapiz del Apocalipsis, una obra maestra de la tapicería medieval.
El tapiz mide 103 metros de largo y 4 metros de alto, y representa las visiones del Apocalipsis según San Juan.
El castillo de Angers está abierto al público y se puede visitar mediante una visita guiada.
Algunas de las cosas que se pueden hacer en Angers son:
- Visitar el castillo de Angers y admirar el Tapiz del Apocalipsis.
- Visitar la catedral de Angers, una obra maestra del gótico.
- Visitar el museo de bellas artes de Angers, que alberga una colección de arte medieval, renacentista y moderno.
- Pasear por el centro histórico medieval de Angers, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
- Degustar la gastronomía local, que incluye platos como el rillettes d’Anjou, el andouillette d’Anjou y el vin d’Anjou.
Desde el 15 de junio de 2023, el acceso ya no es gratuito como antes, sino que está sujeto a la compra de un Angers City Pass 24, 48 o 72h.
Se puede comprar o reservar en la Oficina de Turismo. A continuación, el asesor de viajes proporciona el código de acceso por teléfono. El Pase de la ciudad de Angers da acceso a muchos sitios turísticos.
Por el camino hicimos parada en este sitio Moulin Mont des Alouettes, un sitio bonito con buenas vistas, hay una capilla y molinos de viento.
Fouras
Fouras es una encantadora ciudad costera situada en una península del departamento de Charente-Maritime, en el oeste de Francia.
Se encuentra en la costa atlántica, a unos 34 kilómetros al sur de La Rochelle. Fouras es conocida por sus playas de arena, sus aguas cristalinas y su pintoresco puerto.
La ciudad también alberga una serie de monumentos históricos, como el Fort Louvois y el Château de Fouras.
Población: 3.934 habitantes (INE, 2019)
Actividades:
- Relajarse en la playa: Fouras tiene cinco hermosas playas, cada una con su propio carácter único. La Grande Plage es la playa más popular, con su arena suave y sus olas suaves. La Petite Plage es una playa más pequeña e íntima, situada en el corazón de la ciudad. La Plage de la Grande Côte es una buena opción para familias con niños pequeños, ya que tiene aguas poco profundas y una zona de baño segura. La Plage de la Grande Conche es un lugar popular para surfistas y windsurfistas. Y la Plage des Boucholeurs es una playa aislada situada en el extremo de la península.
- Explorar el Fort Louvois: El Fort Louvois es una fortaleza del siglo XVII que se construyó para proteger la ciudad de los ataques ingleses. El fuerte está ahora abierto al público y ofrece impresionantes vistas de los alrededores.
- Visitar el Château de Fouras: El Château de Fouras es un castillo medieval que se construyó originalmente en el siglo XII. El castillo ha sido restaurado y ahora alberga un museo de historia local.
- Dar un paseo por el Bois Vert: El Bois Vert es un hermoso parque situado en el corazón de la ciudad. El parque alberga una variedad de árboles y plantas, así como un parque infantil y un estanque.
- Degustar la cocina local: Fouras alberga una serie de restaurantes que sirven cocina tradicional francesa. Asegúrese de probar algunas de las especialidades locales de marisco, como ostras, mejillones y langosta.
Fouras es un gran lugar para relajarse y disfrutar de la playa, o para explorar la rica historia y cultura de la ciudad.
Con sus hermosas playas, su encantadora atmósfera y su variedad de actividades, Fouras es un destino perfecto para unas vacaciones relajantes.
Fort Boyard
Fort Boyard es una fortaleza situada en un banco de arena llamado «longue de Boyard», que se descubre a bajamar y está situada entre las islas de Aix y Oléron, cerca de la ciudad portuaria de La Rochelle, en el suroeste de Francia. Aunque fue planteado en el siglo XVII, no se comenzó a construir hasta el siglo XIX bajo el gobierno de Napoleón Bonaparte.
Historia:
El fuerte Boyard fue construido en el siglo XIX como una fortaleza costera para proteger la costa francesa de los ataques ingleses. El fuerte nunca se utilizó en combate, pero sirvió como prisión durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1990, el fuerte se convirtió en el escenario de un popular programa de televisión francés llamado «Fort Boyard». En el programa, un equipo de concursantes debe superar una serie de pruebas físicas y mentales para ganar un tesoro de boyards, la moneda ficticia del programa.
Actividades:
El fuerte Boyard es ahora una atracción turística popular. Los visitantes pueden tomar un barco desde La Rochelle hasta el fuerte y explorarlo por su cuenta o con un guía. El fuerte también ofrece una serie de actividades, como tirolesa, escalada y rappel.
El fuerte Boyard en la cultura popular:
El fuerte Boyard ha aparecido en una serie de películas y programas de televisión, además del programa «Fort Boyard». El fuerte también ha sido parodiado en varios programas de televisión, como «Saturday Night Live» y «The Simpsons».
Fort Boyard es un símbolo de la costa francesa y una atracción turística popular. El fuerte es un lugar fascinante con una rica historia y una cultura única.
ILLA OLERON
La isla de Oléron es la segunda isla más grande de Francia, después de Córcega. Se encuentra en la costa atlántica, frente a la ciudad de La Rochelle. La isla tiene una superficie de 175 kilómetros cuadrados y una población de unos 20.000 habitantes.
Oléron es una isla conocida por sus playas de arena fina, sus aguas cristalinas y su gastronomía. La isla también alberga una serie de monumentos históricos y culturales, como el castillo de Oléron, el faro de Chassiron y la ciudadela de Brouage.
Actividades:
- Relajarse en la playa: Oléron tiene más de 100 kilómetros de playas, cada una con su propio carácter único. Las playas más populares son la Grande Plage de Saint-Trojan-les-Bains, la plage de la Perroche de Dolus-d’Oléron y la plage de la Coubre.
- Explorar la naturaleza: Oléron cuenta con una rica naturaleza, con bosques, marismas y dunas. Los visitantes pueden disfrutar de actividades como senderismo, ciclismo y observación de aves.
- Visitar los monumentos históricos: Oléron alberga una serie de monumentos históricos, como el castillo de Oléron, el faro de Chassiron y la ciudadela de Brouage.
- Degustar la gastronomía local: Oléron es conocida por su gastronomía, que incluye platos como las ostras, los mejillones y el vino de Marennes-Oléron.
La temporada alta en la isla de Oléron es de julio a agosto, cuando las temperaturas son más altas y hay más turistas.
Cómo llegar:
La isla de Oléron está conectada al continente por un puente de 2,8 kilómetros de largo. También se puede llegar a la isla en ferry desde La Rochelle, Rochefort y otras ciudades de la costa atlántica.
BLAYE
Blaye es una ciudad y comuna francesa situada en el departamento de Gironda en la región de Nueva Aquitania.
Es una subprefectura del departamento y la sede del cantón de Blaye.
La ciudad está situada en la orilla derecha del estuario de la Gironda, frente a la ciudad de Burdeos.
Blaye es conocida por su ciudadela, que fue construida por el ingeniero militar francés Sébastien Le Prestre de Vauban en el siglo XVII.
La ciudadela está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Blaye también es conocida por su vino, que se produce en la región vinícola de Blaye Côtes de Bordeaux.
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Tarascon d’Arieja
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Niaux cave
La cueva de Niaux es una cueva prehistórica situada en el departamento de Ariège, en el suroeste de Francia.
Es una de las pocas cuevas que quedan donde se pueden ver pinturas prehistóricas excepcionales.
La cueva se extiende a lo largo de dos kilómetros de galerías espaciosas, bóvedas bajas y lagos subterráneos.
En las paredes y en el suelo se han encontrado unas cien representaciones de animales y varios cientos de signos.
La mayoría de las pinturas son de ciervos rojos, pero también hay representaciones de caballos, bisontes y otros animales.
Los signos son más difíciles de interpretar, pero se cree que tienen un significado religioso o mágico.
La cueva de Niaux fue descubierta en el siglo XVII, pero no fue hasta el siglo XX cuando se descubrieron completamente las pinturas.
La cueva es ahora un destino turístico popular, y está abierta al público para visitas guiadas.
La cueva de Niaux es un lugar fascinante para visitar, y es una excelente manera de aprender sobre el arte y la cultura prehistóricos.
Aquí termina nuestra RUTA EN AUTOCARAVANA POR LOS CASTILLOS DEL VALLE DEL LOIRA, puedes adaptarla a tu gusto, hacerla más corta o como más te guste. Nosotros disfrutamos muchísimo de ella. Esperamos que tú también.
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